Las consecuencias de sobreproteger a nuestros hijos

Iniciamos un nuevo apartado en nuestro blog,  presentando artículos de otras disciplinas que podamos considerar interesantes para vosotros/as.  En este caso nuestra compañera y psicóloga, del equipo de aprendizaje de la Clínica Begira, Silvia González, nos presenta el tema de la sobreprotección hacia nuestros hijos.

POBRES OVEJAS

Había una vez una familia de pastores. Tenían todas las ovejas juntas en un solo corral. Las alimentaban, las cuidaban y las paseaban. De vez en cuando, las ovejas trataban de escapar. Aparecía entonces el más viejo de los pastores y les decía: “Vosotras, ovejas inconscientes y soberbias no sabéis que, fuera, el valle está lleno de peligros. Solamente aquí podréis tener agua, alimentos y, sobre todo, protección contra los lobos”. En general, eso bastaba para frenar los “aires de libertad” de las ovejas. Un día nació una oveja diferente. Digamos que era una oveja negra. Tenía espíritu rebelde y animaba a sus compañeras a huir hacia la libertad de la pradera. Las visitas del viejo pastor para convencer a las ovejas de los peligros exteriores se hicieron cada vez más frecuentes. No obstante, las ovejas estaban inquietas y cada vez que se las sacaba del corral, daba más trabajo reunirlas de nuevo. Hasta que, una noche, la oveja negra las convenció y huyeron. Los pastores no notaron nada hasta el amanecer, cuando vieron el corral roto y vacio. Todos juntos fueron a llorarle al anciano jefe de familia. – ¡Se han ido, se han ido! – Pobrecitas… – ¿Y el hambre? – ¿Y la sed? – ¿Y el lobo? – ¿Qué será de ellas sin nosotros? El anciano tosió, aspiró su pipa y dijo: “Es verdad, ¿qué será de ellas sin nosotros? Y lo que es peor… ¿Qué será de nosotros sin ellas?”.

Jorge Bucay

Después de leer el cuento, me puse a pensar… ¡Qué acertada aquella frase! “¿Qué será de nosotros sin ellas?”.

Eran los pastores los que necesitaban de las ovejas. Éstos las sobreprotegían tanto que no se daban cuenta que no les dejaban ser LIBRES, les quitaban esa AUTONOMÍA de salir a conocer mundo y sobre todo, les quitaban la oportunidad de aprender de los contratiempos. Por eso, éstas ovejas no sabían lo que era la FRUSTRACIÓN, porque nunca la habían sentido. Estaban pidiendo a gritos salir del corral, APRENDER y disfrutar de las cosas que les gustaban.

Llega un momento en el desarrollo de los niños que buscan y necesitan sentirse autónomos, aunque sea disfrutando de una pequeña dosis de autonomía, como ir a comprar el pan, o volver solo del colegio a casa. Quieren hacer las cosas por sí mismos, porque buscan SENTIRSE SEGUROS, sentir que son CAPACES de realizar cosas nuevas. Para ello, es necesario que los padres den el brazo a torcer y se quiten el miedo de que sus hijos aprendan siendo ellos, únicamente ellos, solos.

La BUSQUEDA DE APRENDER en la infancia necesita partir de la ignorancia, del NO SABER. Sin embargo, para ello, es necesario y primordial que NO se les de todo dado y hecho, porque finalmente eso que queremos que aprendan vendrá directamente aprendido, dado la facilidad con que se les ha dado las cosas, sin esfuerzo.

Es importante darse cuenta de las consecuencias que puede traer proteger en exceso a nuestro hijo. Está claro que hay que cuidarlos, estar pendientes, mimarles, dándoles cariño, pero como sabemos, todo exceso es insano, habría que limitar esa protección.

De hecho, la mejor manera de proteger al niño es CREER EN ELLOS, haciéndoles ver que son capaces, que para conseguir algo hay que luchar y ello supone que exista un esfuerzo detrás. Si les damos todo hecho, creerán que no son capaces de hacerlo solos, y justificarán esa ayuda que se les da. Es probable que necesiten ayuda en el camino del aprendizaje, por eso se les ofrecerá solo si la necesitan. Es decir, estar con ellos pero sin ellos. Que los niños sepan que estáis ahí por si lo necesitan, mientras ellos hacen su camino del aprendizaje a un mundo nuevo.

Debemos saber los problemas que pueden acarrear estos niños con este tipo de estilo educativo: El miedo, las fobias, las inseguridades, el apego ansioso y dependiente, son elementos de un círculo vicioso que pueden acompañar al niño en su crecimiento hasta la adultez, llegando incluso a un trastorno, si no se realiza un tratamiento psicológico o Psicoterapia. Con todo esto, debemos saber que ésta SOBREPROTECCIÓN de la que hablamos conlleva un “mal querer”, sabiendo que el “bien querer” lo encontraremos dejándolos SER, CRECER, solos y a NUESTRO LADO.

http://www.psicologasilviagonzalez.es/

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